Recaudación


Las estaciones se desean unas a otras, como los hombres y las mujeres, para poder curarse de sus excesos.
La primavera, si pervive más de una semana a su tiempo, empieza a ansiar el verano para dar fin a los días de su promesa perpetua. El verano, a su vez, pronto empieza a sufrir por algo que sacie su calor y el más suave de los otoños se cansará al fin del refinamiento y suspirará por una escarcha rápida que mate su fecundidad.
Incluso el invierno, la estación más dura, la más implacable, sueña con la llama que dentro de poco lo derretirá.
Todo se cansa con el tiempo y empieza a buscar cierta oposición para salvarse de sí mismo.